“Poquísimo me queda por decir. Quise que este
discurso fuese un recordatorio acaso no inoportuno del todo en este
hermoso pueblo y en este difícil momento del valor incomparable de la
lengua para la vida del ser humano y para los fines de una sociedad
pacífica y fecunda. No hay duda de que en la palabra cordial e
inteligente tiene la violencia su peor enemigo. ¿Qué es el refrán
español de “hablando se entiende la
gente” sino una invitación a resolver por medio de palabras los
antagonismos? Las instituciones creadas para que los asuntos públicos
sean regidos por el consenso de muchos, y no por la voluntad de uno, se
llaman desde la Edad Media, parlamentos, lugar donde se parla o se
habla. Para solicitar la suspensión de la lucha se envía un
parlamentario. Se ha advertido que el dictador más conspicuo de la
historia, el canciller Hitler, desmesura el lenguaje humano y sacándolo
del noble tono de la elocución normal lo lleva al rugido, al grito
histérico y a los efectos fonéticos animales. Cabe la esperanza de que
cuando los hombres hablen mejor, mejor se sentirán en compañía, se
entenderán más delicadamente. La lengua es siempre una potencia
vinculadora, pero su energía vinculatoria está en razón directa de lo
bien que se hable, de la capacidad del hablante para poner en palabras
propias su pensamiento y sus afectos.Sólo cuando se agota la esperanza
en el poder susasorio del habla, en su fuerza de convenciemiento,
rebrillan las armas y se inicia la violencia”.
Pedro Salinas
“El Defensor”
Pedro Salinas
“El Defensor”
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